Tener 'malos recuerdos'



Cuando surja un recuerdo del pasado que te haga sentirte mal, deberías recordar lo que dice el Curso sobre su finalidad. Es para perdonar, como cualquier otra cosa negativa. Perdonar es reconocer toda ilusión como lo que es, un error de tu mente no sana.
No importa si lo que está en tu mente es del pasado, del presente o del futuro. Todo es lo mismo porque todo es falso. 
Tener malos recuerdos es una forma de lo que el Curso denomina divagaciones mentales. Recuerda que dice: «Eres demasiado tolerante con las divagaciones de tu mente, y condonas pasivamente sus creaciones falsas».  Al ego le encantan esas divagaciones, y los malos recuerdos son una manera genial de mantenerte atascado en la identificación corporal, porque los sentimientos que acompañan a los malos recuerdos te hacen pensar que todo fue verdad, lo cual significa que todo lo que recuerdas realmente ocurrió. Esto, a su vez, hace que todo sea real. ¡Pero el Espíritu Santo te dice que nada lo es! 

Entonces, ¿cómo perdono el pasado? 

Del mismo modo que perdonas lo que tienes ahora mismo delante de la cara. ¿Qué es un recuerdo sino una imagen en tu mente? ¿Y qué es lo que ves ahora mismo sino una imagen en tu mente? Cuando te atrapes a ti mismo condonando las falsas creaciones de tu mente, tienes que encargarte de ellas. Deja de pensar con el ego, cambia al Espíritu Santo y no lo hagas real*

Sólo  existe el momento presente donde todo lo que te rodea es la faz de Cristo,  su Luz te abraza y te recuerda que lo único real es el Amor de Dios.  Practica esto y estarás practicando el perdón de Cristo que te recuerda que las ilusiones... ilusiones son.
No dejes que ninguna creencia que afirme que el error es real se infiltre en tu mente, o creerás también que para poder ser perdonado tienes que deshacer lo que tú mismo has hecho. Lo que no tiene efectos no existe, y para el Espíritu Santo los efectos del error son inexistentes. Mediante la cancelación progresiva y sistemática de los efectos de todos los errores, en todas partes y con respecto a todo, el Espíritu Santo enseña que el ego no existe y lo demuestra.*











Texto de Un Curso de Milagros