La lección de la crucifixión




"Si no tienes nada de culpa inconsciente en tu mente —que sería el caso si el Espíritu Santo las hubiera curado por completo, lo que se produce cuando concluyes con éxito todas tus lecciones de perdón—, eres incapaz de sentir dolor físico. En el momento de la crucifixión, J no sentía dolor. No podía sufrir. Por eso decimos que la idea de él como un ser sufriente y sacrificado por los pecados de otros es el mayor mito de la historia humana. Él no sufría, y el sacrificio no formaba parte de su percepción. 

Es probable que hayas estado reaccionando durante muchos años como si te estuviesen crucificando. Ésta es una marcada tendencia de los que creen estar separados, que siempre se niegan a examinar lo que se han hecho a sí mismos. La proyección implica ira; la ira alienta la agresión y la agresión fomenta el miedo. El verdadero significado de la crucifixión radica en la aparente intensidad de la agresión cometida por algunos de los Hijos de Dios contra otro. Esto, por supuesto, es imposible, y se tiene que entender cabalmente que es imposible. De lo contrario, yo no puedo servir de modelo para el aprendizaje.*
Un cuerpo puede sacrificarse si te identificas con él, pero la lección de la crucifixión fue que J no podía ser herido, porque no era un cuerpo. Él no se identificaba con el cuerpo. En su mente estaba experimentando su perfecta unión con Dios. Lo que él realmente era no podía morir. Tú puedes experimentar lo mismo."*
No cometas el patético error de "aferrarte a la vieja y rugosa cruz". El único mensaje de la crucifixión es que puedes superar la cruz. Hasta que no la superes eres libre de seguir crucificándote tan a menudo como quieras. Éste no es el Evangelio que quise ofrecerte. Tenemos otro viaje que emprender, y si lees cuidadosamente las lecciones que aquí se ofrecen, éstas te ayudarán a prepararte para emprenderlo.*












Texto de Un Curso de Milagros